La semana pasada, me recordaron una historia sobre un
experimento y una rana. En el supuesto caso (que no probaré) de que cogiéramos
una rana y la pusiéramos en un recipiente con agua, y éste en el fuego, la
temperatura del agua iría subiendo poco a poco, la rana adaptándose a esta
pequeña subida de temperatura cada vez
más incómoda pero soportable y finalmente, moriría cocida.
Si a esta misma rana, antes del experimento anterior, la
cogemos y la lanzamos dentro de un recipiente de agua ya hirviendo, saltaría de
inmediato debido al brusco cambio de temperatura, salvando así la vida.
¿Qué tiene que ver esto con nosotros? Mucho. Las personas
somos como la rana, nos vamos adaptando a la infelicidad en pequeñas dosis, al
dolor, al sufrimiento, y lo que es peor, llegamos a creer o a convertirlo en
nuestra vida, en nuestra normalidad, llegando a veces a verdaderos límites de
“cocción”. ¿Qué necesitamos para saltar de la “olla” en la que estamos y que no
nos permite ser quienes somos, ser felices? ¿Esperamos a un cambio brusco de
temperatura?
Es cierto que los cambios bruscos en la vida, la muerte de
alguien cercano, una enfermedad grave, un accidente, nos hace saltar a menudo
de nuestra “olla”, salir de ese estado de adaptabilidad, de nuestra zona de
confort en la que no estamos bien desde hace mucho tiempo, y ¿qué pasa si esto
no sucede?, o si aún así, ¿sigo en mi “olla calentita” adaptándome a esa
incómoda pero conocida sensación?... Nos acabamos “cociendo” o lo que es lo mismo,
vivimos una vida que no queremos vivir, con una sensación de infelicidad
constante, con angustia, o conformismo en el mejor de los casos.
Es sorprendente la capacidad del ser humano a adaptarse a
la incomodidad, a lo que no le gusta, a lo no quiere y en definitiva, a la
infelicidad. Estamos continuamente deseando estar bien, ser felices, y aún así,
no damos el salto, seguimos creyendo que lo que tenemos es nuestra normalidad, es lo que hay… siendo
capaces de permanecer en esa incómoda aunque conocida realidad que es nuestra
vida, limitándonos a desear o soñar que es diferente o en lo que nos gustaría
hacer, sin dar ni un pequeño “saltito” para intentar salir de la “olla”, es la
acción lo que nos va a permitir cambiar las cosas, ese es nuestro salto para
salir de ese lugar en el que no queremos estar.
Seguramente, no va a ser cómodo, ni son seguros los
resultados de saltar, y en el salto, mientras estemos en el aire es posible que
sintamos miedo por no saber dónde vamos a caer… Lo que si es seguro es que no
nos “coceremos” en esa agua, que no nos aporta nada… bueno sí, infelicidad.
Mònica G.
Os animo a comentar lo que os apetezca de cada artículo... ¿qué piensas sobre saltas o te cueces?¿Eres de los que salta? Por el contrario, ¿de los que se cuece?.
ResponderEliminarTodo está bien, lo importante es darse cuenta de dónde estoy y si quiero o no cambiar algo.
Un abrazo a todos y gracias por leerme! ;)
Yo fui cociéndome muy lentamente e incluso, en muchos momentos, llego a gustarme el sabor de los condimentos que estaban a mi lado. Cuando estaba a punto de morir cocido, debido a la elevadísima temperatura del agua la olla se agrietó y pude salir por una ranura. Tengo el cuerpo entero lleno de quemaduras. A pesar de ello...nada que no tenga remedio, existen unos bálsamos fantásticos.
ResponderEliminarGracias por compartir tu experiencia Toni en la línea del texto. Bonita metáfora. Un abrazo
ResponderEliminarMe estoy cociendo! Claramente me estoy cociendo y no me atrevo a saltar...
ResponderEliminarNo me veo con fuerzas, dejo pasar y pasar el tiempo...
Alguien me hechara agua fria? Alguien apagara el fuego? Seguro q NO
Tengo q salir por mi misma!!!
Así q ánimo para mi misma y para las personas q se estan cociendo y no se atreven!!! Mucho amor y energia para todxs!!!
Gracias Anónimo por compartir tu situación, y como bien dices, es algo que tiene que nacer de ti misma, me sumo a tus palabras: Ánimo!!
EliminarHola Nica, bonito blog! Aprovecho para darte las gracias por agregar el mío por ahí. Saludos!
ResponderEliminarGracias David por leerlo, estoy encantada de compartir tu blog. Un saludo!
EliminarTengo la sensación, que en la sociedad actual (es la que conozco más o menos), casi todos, estamos sumergidos en una enorme olla, tipo las que se utilizan para hacer comidas de "record guinness". Hasta tal punto, que cuando miramos a nuestro al rededor, apelamos al viejo dicho de "virgencita que me quede como estoy" al contemplar el panorama de los demás. Pero seguimos por ello muchas veces, sumergidos en una trampa mortal que nos impide actuar, para salvarnos realmente de formar parte del citado record. Lástima.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo MCarmen, gracias por todos tus comentarios.
EliminarEs cierto que quizás podríamos hablar de 2 zonas de confort, la personal y la social, que pueden coincidir o no.
Muy interesante, esto daría para hablar y escribir largo y tendido. Un abrazo